Seguramente el nombre de Medi Abalimba no os diga nada, pero un reportaje en The Athletic del periodista Oliver Kay me puso tras su pista y desde entonces no me he podido quitar a este personaje y su carrera delictiva de la cabeza. Tras pasar por las canteras más prestigiosas de Reino Unido, esta joven promesa africana decidió que nada se interpondría en su éxito, y donde no llegara el talento del futbolista, llegaría con las artes en el engaño, el fraude y la carencia de escrúpulos. Esta es la historia de cómo un futbolista que vio sus sueños desvanecerse puso su mirada en ese estilo de vida de champán, y cómo, encantando, engañando y manipulando a tanta gente en una serie de episodios salvajes, entremezclados con sentencias de prisión, lo consiguió en parte.

Nacido en la anteriormente conocida como Zaire, hoy República Democrática del Congo, su familia se refugia en Reino Unido en los años 90, estableciéndose en la city londinense. Desde muy pequeño se destaca como un medio con una habilidad técnica por encima de la media, llegando a conseguir una primera prueba en la academia del Manchester City donde comparte varios entrenamientos con jugadores como Micah Richards y Daniel Sturridge, entre otros.
Posteriormente consigue probar en el Manchester United, donde también juega junto a jugadores que sí llegan a debutar con los red evils como Danny Welbeck, Tom Cleverly o el actual central Jonny Evans, pertenecientes todos ellos a la lustrosa generación del 92.
Tras los períodos de prueba en los equipos de Manchester, no he encontrado aún cómo, consigue debutar con el Liverpool reservas en un partido contra el Manchester City Reservas en el Etihan Stadium, en aquel partido participaron jugadores como Emiliano Insúa, Jay Spearing, David N´Gog, o los españoles Dani Pacheco y Mikel San Jose. A estas alturas de su incipiente carrera futbolística, se especula que conseguir estos períodos de prueba en equipos punteros de la Premier podría deberse más a conexiones que al potencial del propio Abalimba, pero no hay suficiente información al respecto.
Poco a poco, un joven Abalimba comenzaba a asumir que jamás llegaría al primer nivel. Sin embargo, logró conseguir un primer contrato profesional en el Derby County, aunque no llegó a debutar en partido oficial con el mítico conjunto con el carnero bordado en el pecho, participó en contadas ocasiones con el Oldham Athletic. Podría haber sido el final de otra carrera futbolística, pero Abalimba, a medida que sus aspiraciones de vivir del fútbol se desvanecían, desarrolló una obsesión por el estilo de vida que habría tenido de triunfar en el fútbol, incluso si eso implicaba recurrir al engaño, fraude y manipulación.

A medida que sus aspiraciones de vivir del fútbol se desvanecían, crecía la obsesión de Abalimba con el estilo de vida que tendría de haber triunfado en el fútbol, incluso si ello implicaba las artes del engaño, del fraude y la manipulación. Y aquí se cumple parte de la máxima “fake it till you make it”, en este caso sin necesitar lograrlo. Para mantener dicho nivel de vida, sólo tendría que parecerse o hacerse pasar por futbolistas y deportistas de élite. Locales de moda, hoteles de lujo, clubs nocturnos fueron sus víctimas predilectas. Una de las identidades favoritas para que se le abrieran todas las puertas era la de el otrora promesa belga de la cantera del Chelsea Gäel Kakuta, que cada uno juzgue si existía un parecido entre ambos. Usando dicha identidad, y comportándose como la estrella que no era fue dejando pufos por doquier.

Uno de los ejemplos que aparece en el documental que mencionaré al final de esta publicación muestra a la perfección el modus operandi de Medi. El gerente de ventas de la empresa de taxis recuerda que pensó “¡dinero en caja!”. Reservó un Bentley Continental GT y un chófer para llevar a este cliente a donde quisiera. Esto incluyó una compra tan extravagante que requirió un segundo coche para recoger sus bolsas y una visita a un club nocturno en Manchester, donde ordenó £2,600 de champán Dom Perignon y se fue diciendo que había “olvidado su billetera en el coche” antes de regresar al día siguiente para saldar la cuenta. El problema era que, en lugar de las £30,000 a la semana que afirmaba ganar, solo constaban en su cuenta unas £300 que le pagaban cada semana en Farnborough, donde trabajaba a tiempo parcial en la oficina de una empresa de taxis para intentar llegar a fin de mes. Abalimba había tomado medidas drásticas para disfrutar del estilo de vida que sentía que se le había negado injustamente.
La forma en que se vestía, se comportaba y hablaba (no solo con acento francés sino con otros acentos cuando llamaba por adelantado, haciéndose pasar por un agente, para pedir a los clubes nocturnos y hoteles que lo cuidaran cuando llegara) y, sobre todo, la forma en que gastaba dinero, encajaba con las expectativas de cómo actuaría un joven futbolista adinerado.
Y no es casualidad que comparta esta historia en la semana que se ha celebrado San Valentín. Uno de los elementos clave en la vida de los futbolistas es la conquista de mujeres. En este caso, para mantener el nivel de vida, necesitaba que dichas mujeres fueran, preferiblemente, adineradas para poder tener otra fuente de ingresos. Una de las primeras en denunciarle fue una famosa celebridad de las islas que ha participado en “Love Island”, Georgia Steel. Pero atención, otra de las mujeres a las que estafó fue Claire Henry, efectivamente, ex-mujer del mítico jugador del Arsenal, Thierry Henry.

Y como lo prometido es deuda y esta entrada se está alargando demasiado, paso a dejaros por aquí la recomendación sobre el documental estrenado a finales de 2023 sobre esta “joya”, en él que se profundiza en todas las tropelías y fraudes que llevó a cabo Abalimba, así como un extenso repaso a las víctimas y sus diversas tretas. Está disponible gratis en ITVX para todo aquel que se encuentre (geolocalizado) en UK “The Football Fraudster”. Adalimba fue condenado por sus acciones en 2014 y cumplió cuatro años en prisión. Pero su historia sigue siendo un fascinante ejercicio de hasta dónde nos pueden llevar los delirios de grandeza, el autoengaño y la absoluta falta de escrúpulos. No lo intenten en sus casas.